Para empezar, quiero comentar la foto escogida para iniciar la entrada. En ella, aparece una niña con una Barbie, y un niño con un coche, pero el lema es sonrojante: "Ahora yo era una Barbie y tú un campeón de Hot Wheels. ¿Vale?". Así, sin comas. Se supone que lo dice la niña de la fotografía. Es decir, a esa niña todo le indica que se espera de ella que quiera ser una Barbie y de él que sea todo un campeón.
Ahora que empezamos Noviembre, la televisión nos empieza a bombardear con todos esos anuncios de juguetes que, como cada año resurgen para fomentar las supuestas "diferencias entre niños y niñas". Muñecas a las que se puede maquillar para estar guapas para ellos, o bebés que vomitan, hacen sus necesidades y dicen “mamá”. Productos que se venden en la televisión revestidos de rosa, son en realidad provocadores una vez más de conductas y roles sexistas que se aprenden desde edad temprana.
“Los juguetes no son en sí sexistas”, advierten algunas campañas, pero tenemos que aprender a jugar con ellos.
Las niñas, según la publicidad de juguetes, se divierten peinándose y poniendose guapas. La estética, la moda y el maquillaje ocupa una parte importante de los juegos ofertados, pero los roles femeninos son aún más marcados: “la niña cuida a la muñeca, limpia, cocina, pone vacunas”, la niña es la madre y cuidadora a la que parece estar destinada a convertirse inevitablemente, y cuyo papel es cultivado desde la infancia con estos juguetes.
Los niños, sin embargo, además de los típicos coches y muñecos de pelea, protagonizan la publicidad de juegos de desarrollo intelectual, como las construcciones. Sus actividades están con frecuencia ambientadas y orientadas al exterior de la casa, mientras que en estos anuncios las niñas juegan dentro del hogar.
Pero no es simplemente el juguete o el escenario escogido lo que llama la atención de estos anuncios desde el punto de vista sexista, sino que también el lenguaje utilizado es especialmente destacable. Si nos damos cuenta, en los anuncios para niñas, las voces en off son de niñas, con ese aire cursi, mientras que en los de niños la voz suele ser la de un hombre adulto, vendiendo el estereotipo de acción, de velocidad, con un lenguaje más agresivo.
No son solo los anuncios los que incitan a los comportamientos sexistas. Los propios juguetes en su gran mayoría son válidos tanto para niñas como para niños, pero los roles están también en nuestros hábitos. La forma de jugar con ellos es la que establece su valor igualitario.
Las madres y los padres que elijen los juguetes tienen que apartar de su cabeza la idea de que un niño cuidando de un bebé de juguete es algo raro, y que si pide una plancha para Reyes, ese niño no tiene remedio. Niños y niñas deben compartir juegos y roles desde pequeños para cambiar las pautas sociales a las que estamos acostumbrados y tener así una visión equitativa de los roles sexistas ya desde temprana edad. Por tanto, los padres son una figura principal en la elección de juguetes para los niños. Los niños no nacen gustándoles el color azul, ni las niñas el color rosa, son roles que se imponen desde temprana edad sin apenas darnos cuenta. Lo mismo ocurre con el balón o con la Barbie.
Por tanto, ¿Cómo queremos lograr una sociedad basada en una igualdad de sexos si nosotros mismos somos los que transmitimos estos roles sexistas a los niños? Porque es muy fácil culpar a la publicidad de que es ella quien transmite estos valores. Pero alto, que los niños no pueden decidir, pero los padres sí. Son los padres quienes no tienen que dotar al niño o niña del color azul o el rosa, del camión o la plancha, del balón o la Barbie. Hay que "poner" todos los juguetes delante del niño y que sea él quine elija, sin imponer nada.
En la educación está la clave para una sociedad en igualdad de sexos, y tenemos todas las herramientas en nuestra mano para lograrla.