En Uruguay, la educación inicial comienza a los tres años, la primaria a los seis y la media a los 12 años, y la enseñanza es obligatoria desde los cuatro hasta los 15 años. En la escuela Villa García se aplicó la iniciativa de otorgar a todos los alumnos y profesores un ordenador. El Plan Ceibal (Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea), buscaba impulsar la equidad digital y la democratización del conocimiento. Pero sus contenidos no incluyeron el tema de género y, como era de esperar, los niños buscan juegos en línea considerados propios de su sexo y las niñas los que proponen vestir muñecas.
Carmen Beramendi, directora del Instituto Nacional de las Mujeres, informó que su organismo y el Laboratorio Tecnológico del Uruguay, que centraliza el Plan Ceibal, trabajan para enmendar esa carencia en el proyecto. Para ello se diseña un videojuego y un folleto-historieta orientados a "problematizar los roles de género existentes al interior de la familia, jugar con otros y promover la corresponsabilidad familiar en la distribución de las tareas, sobre la base de la equidad de género y la reflexión acerca de los estereotipos", explicó.
Al hablar del futuro, sus alumnos repiten roles tradicionales. La mayoría de los niños dicen que optarán por hacer una carrera técnica, como mecánica, y las niñas aspiran, sobre todo, a ser peluqueras. Muchas de ellas, cuando salgan de la escuela, tardarán poco tiempo en tener su primer hijo, apenas adolescentes, igual que les sucedió a sus madres o sus tías. Así pues, también las familias refuerzan las diferencias de género. Cuando hay actividades fuera del horario o paseos en grupo, las alumnas participan menos porque sus padres prefieren que se queden en casa, a cargo de sus hermanos menores y de las tareas domésticas.
Día a día son muchos los docentes que trabajan el tema de la igualdad en las escuelas y se esfuerzan por mostrar a sus alumnas "que existen otras posibilidades de vida" en lo laboral y familiar. En cambio, cuando estos alumnos llegan a casa, parece que lo aprendido en clase se deja en el aula. En muchas familias, todavía hoy se degrada a la mujer. Simplemente al preguntar: ¿qué has hecho de comer mamá? Desde ese mismo instante los esfuerzos en clase han perdido su eficacia.
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