En el sistema social en el que vivimos y crecemos se nos establecen unos roles para la mujer y el hombre desde muy pequeños, determinando así nuestra concepción acerca del papel del hombre y de la mujer en cualquier estructura. Aquello con lo que crecemos y nos educamos nos da una visión de la sociedad que nos dejará marcados para siempre, estipulando así nuestra futura forma de entender el mundo. Por esto, aunque pueda parecer una tontería, los juguetes y la publicidad de éstos adquieren un papel muy importante, y de gran influencia para la construcción de la personalidad del niño.
Para empezar, quiero hacerlo comentando el vídeo que aparece a continuación, un spot publicitario de brandy emitido en los años ’70, y en el cual se dejan muy claras las funciones de los miembros de una familia o pareja en esta época.
Para empezar, quiero hacerlo comentando el vídeo que aparece a continuación, un spot publicitario de brandy emitido en los años ’70, y en el cual se dejan muy claras las funciones de los miembros de una familia o pareja en esta época.
En su momento, este spot fue aceptado con toda naturalidad y normalidad, ya que los roles de la mujer y el hombre eran tal y como se han observado en el vídeo. Evidentemente, no fue la publicidad quien asignó estos papeles a cada uno, pero, sin embargo, la publicidad, como miembro de los mass media, estaba cumpliendo unas funciones dentro del sistema social.
Por una parte, este anuncio está cumpliendo la función de supervisión y vigilancia del entorno. Con estas imágenes se da la imagen del hombre en superioridad a la mujer, con unos derechos sobre ella, y a la mujer como aquella persona encargada de facilitar la vida al hombre. Con este tipo de anuncios se está supervisando que el sistema social siga como antes, con unos niveles de jerarquía en la pareja, en los que el hombre siempre está arriba.
Por otra parte, también se cumple la función de correlación, ya que la publicidad es la forma de comunicación entre empresas y consumidores. La empresa da a conocer su producto a partir de la publicidad, para así establecer una relación mercantil con el consumidor.
Por último, queda latente como la que más la función de transmisión de la herencia social y cultural de una generación a la otra, y sobretodo la transmisión de unos valores machistas y muy conservadores en cuanto al rol de la mujer. Las imágenes apoyan y dan normalidad a los papeles desiguales del hombre y la mujer en una familia, aceptando cualquier reacción de violencia por parte del hombre como normal, y pintando a la mujer como si de una criada del hombre se tratara.
Y al contrario de lo que se pueda pensar, seguimos recibiendo comunicación sexista diariamente, la cual aceptamos con toda naturalidad por estar acostumbrados a ella. Sin embargo, de trata de una comunicación muy determinante: la publicidad de juguetes.
Por una parte, este anuncio está cumpliendo la función de supervisión y vigilancia del entorno. Con estas imágenes se da la imagen del hombre en superioridad a la mujer, con unos derechos sobre ella, y a la mujer como aquella persona encargada de facilitar la vida al hombre. Con este tipo de anuncios se está supervisando que el sistema social siga como antes, con unos niveles de jerarquía en la pareja, en los que el hombre siempre está arriba.
Por otra parte, también se cumple la función de correlación, ya que la publicidad es la forma de comunicación entre empresas y consumidores. La empresa da a conocer su producto a partir de la publicidad, para así establecer una relación mercantil con el consumidor.
Por último, queda latente como la que más la función de transmisión de la herencia social y cultural de una generación a la otra, y sobretodo la transmisión de unos valores machistas y muy conservadores en cuanto al rol de la mujer. Las imágenes apoyan y dan normalidad a los papeles desiguales del hombre y la mujer en una familia, aceptando cualquier reacción de violencia por parte del hombre como normal, y pintando a la mujer como si de una criada del hombre se tratara.
Y al contrario de lo que se pueda pensar, seguimos recibiendo comunicación sexista diariamente, la cual aceptamos con toda naturalidad por estar acostumbrados a ella. Sin embargo, de trata de una comunicación muy determinante: la publicidad de juguetes.
Los catálogos de juguetes inculcan unos roles a la mujer y al hombre de la forma más ingenua posible, pero desde luego los niños crecen siguiente estos guiones de conducta diferenciados para los dos sexos.
Por tanto, la publicidad, según la teoría funcionalista, está ejerciendo una manipulación enorme y muy poderosa sobre personas que absorben todo aquello que ven, ya que los niños no son capaces de pensar, solo de absorber y retener toda la información que les llega.
Esta comunicación se encarga de asignar a la mujer todo tipo de responsabilidades domésticas, así como la de cuidar a sus hijos, mientras que a los niños les muestran su futuro como mecánicos o doctores.
Este tipo de publicidad cumple la función (manifiesta) de informar a los niños y padres acerca de la oferta de juguetería con la que cuentan, pero a la vez está cumpliendo una disfunción (latente) que a la larga determinará su futura concepción del sistema. Está inculcando una serie de valores a los niños, a partir de los que entienden que la mujer tiene que estar siempre guapa, tiene que estar al servicio de la casa, y sobretodo su fragilidad y dependencia del hombre. Por otra parte, el hombre es el fuerte, quien conduce, quien arregla las cosas, y el que nunca llora ni adquiere ningún tipo de responsabilidad doméstica ni con niños.
En esta imagen, se observa como solo con unos disfraces se deja bien claro el papel del niño y la niña en nuestro sistema social.
Por tanto, la publicidad, según la teoría funcionalista, está ejerciendo una manipulación enorme y muy poderosa sobre personas que absorben todo aquello que ven, ya que los niños no son capaces de pensar, solo de absorber y retener toda la información que les llega.
Esta comunicación se encarga de asignar a la mujer todo tipo de responsabilidades domésticas, así como la de cuidar a sus hijos, mientras que a los niños les muestran su futuro como mecánicos o doctores.
Este tipo de publicidad cumple la función (manifiesta) de informar a los niños y padres acerca de la oferta de juguetería con la que cuentan, pero a la vez está cumpliendo una disfunción (latente) que a la larga determinará su futura concepción del sistema. Está inculcando una serie de valores a los niños, a partir de los que entienden que la mujer tiene que estar siempre guapa, tiene que estar al servicio de la casa, y sobretodo su fragilidad y dependencia del hombre. Por otra parte, el hombre es el fuerte, quien conduce, quien arregla las cosas, y el que nunca llora ni adquiere ningún tipo de responsabilidad doméstica ni con niños.
En esta imagen, se observa como solo con unos disfraces se deja bien claro el papel del niño y la niña en nuestro sistema social.
Si tanto poder ejerce los juguetes en la educación del niño, ¿por qué no nos esforzamos para que, en pleno siglo XXI, los niños crezcan en una sociedad en igualdad de sexos? ¿Será porque aun hay intereses que quieren perpetuar la superioridad del hombre respecto a la mujer?
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